Era más que una corazonada. Quería algo diferente: un viaje de sensaciones y de sentimientos. Me emocionaba poder regresar estas navidades al África negra para hacer una ruta en 4x4 de 13 días, que nos ha parecido un mes, por uno de los países más auténticos del Golfo de Guinea.
El África poco turística tiene un plus brutal y una atracción inusual y adictiva para el viajero. Y Benin tiene algo único y diferencial: está muy anclado en el tiempo, tiene muchos contrastes y aspectos por conocer. Es seguro y aún muy virgen. Definitivamente me ha parecido, en el buen sentido, un viaje estremecedor. Y la flexibilidad nos ha permitido cambiar algunas cosas del plan previsto inicialmente, improvisar y sacar chispas sobre el terreno, gracias a un magnífico guía local (Oumar Farouck), del que luego hablaré.
Un
viaje por el África negra más auténtica y que ha sido, como en los que hice a Myanmar, Camerún, Mozambique y Madagascar, una magnífica experiencia solidaria: llevé dos enormes maletas con ropa, zapatos y juguetes para su reparto directo, momentos siempre impactantes y muy emocionantes. Ha sido además el primer viaje que hago solo con mi hija. Una nueva etapa en mi vida que ha comenzado –quizás de manera premonitoria- con el que creo ha podido ser el viaje más estimulante que he realizado, y son ya 50 países...
Puede haber sido el viaje de mi vida... que es mucho decir.
Benin, hasta 1.975 llamado Dahomey (debido a un antiguo reino sureño local), alcanzó la independencia en 1.960, y es uno de los países más pobres del mundo. Es tranquilo, hospitalario y muy seguro!. Cuna del vudú, antigua ex-colonia francesa y democracia estable desde 1.991, con casi 11 mill. de habitantes (la mitad menores de 18 años), comparte frontera con la enorme Nigeria, el pequeño Togo, Burkina Fasso y Niger. La capital es Porto Novo, pero el gobierno está en Cotonou, la ciudad más grande.Benín goza de
una gran estabilidad política y su Constitución defiende la libertad religiosa, siendo hasta la fecha todo un ejemplo de convivenciaentre las diversas etnias, culturas y religiones. Así, este pequeño país debiera de ser un lugar donde el apoyo exterior podría quizás tener mayores garantías de sostenibilidad: Benin es ampliamente considerado un modelo de democracia en África. De dimensiones parecidas a las de Portugal, y sin diferencia horaria con España, todavía el turismo no ha invadido sus mercados, poblados y espacios naturales, lo que le hace tan genuino, y eso lo hemos apreciado claramente en las sonrisas, el cariño, la inocencia, hospitalidad y espontaneidad de la gente, sobre todo en zonas rurales, donde hay muy fuertes lazos familiares.
El Norte quizás me gustó más, me pareció más auténtico y acogedor, curiosamente más islámico, y con una vegetación muy diferente, los baobabs,…; el Centro era definitivamente multicultural, y el Sur evocaba el mundo del vudú, los fetiches y la triste historia de los esclavos…que luego contaré.
Y es que un atractivo clave que hace de este destino algo único es que gran parte de los benineses son adeptos al culto vudú, una religión animista y oficial (desde 1.996), la más compleja y rica del continente, originaria de Benin, y que convive pacíficamente empastada con el cristianismo (predominante) y la religión musulmana...y que no tiene nada que ver con la habitual visión comercial/cinematográfica (muñecos atravesados por agujas...). Se habla de que el cristianismo lo profesa un 35-40%, el islamismo un 20-25%, pero más de la mitad de los benineses combinan la práctica de estas religiones con el vudú. Es paradójico.
Esta creencia ancestral otorga vida y poderes divinos a cada elemento del entorno, a las rocas, a los árboles, los animales, los fenómenos atmosféricos… espíritus presentes en todas sus acciones cotidianas y con los que conectan a través del baile.
La base del vudú consiste en una invocación realizada a una deidad que se manifieste poseyendo a un ser humano, lo cual consiguen mediante rituales vinculados a sacrificios, con danzas frenéticas y al ritmo de tambores, hasta conseguir entrar en una especie de éxtasis o trance, mediante el cual se manifiesta la deidad. Pudimos ser testigos en Abomey, y en primera fila. Desconocido, pero con un desbordante pasado histórico (que no contaré en este post), es un país excepcional y lleno de alicientes, con una cultura y tradiciones excelentemente conservadas y muchos mercados vibrantes, donde todo se compra y vende, muy anclados en el pasado y tan bulliciosos y coloridos, que hemos conocido con calma y sin prisas ante todo un espectáculo sensorial. Aunque no diría que ha sido un viaje "extremo", sí ha resultado denso, apasionante, emocionante y lleno de experiencias vitales diferentes a diario. Pienso que ha sido muy importante ser un grupo muy reducido (dos!) ya que ha posibilitado hacer cosas muy potentes con una enorme flexibilidad y dinamismo.
Un
viaje de expedición y de descubrimientos, para cambiarte la percepción de muchas cosas,
intenso, que te descubre una concepción y realidad de la vida radicalmente diferente a la occidental, y a la vez añejo y tan atrayente de conocer. Y es quizás la "
pureza" de todo esto, la escasa influencia del turismo, lo que hace
destacar a Benin sobre todos los países que he conocido...
Hay que hablar de pobreza, mucha pobreza, pero también de otras cosas: me mueve siempre el trasladar al lector a los países que visito para hacerle sentirse allí, y he querido
reflejar en positivo, fotográficamente y
con dos videos (elevados casi a la categoría de
"reportajes"), virtudes y atractivos que han hecho de este viaje una experiencia ciertamente excepcional y recomendable, siempre –no nos engañemos- con unas
premisas previas ante el baño de cruda realidad: jaja esto es "para mayores de 18", hay que
estar bastante o muy "viajado", olvidarse de las comodidades y "eficiencia" del 1er mundo, estar en modo "
open-mind ON", y querer dejarse llevar -sin complejos- por algunas de las tradiciones más ancestrales que se puedan conocer hoy en el planeta,
sin juzgar y poniendo a prueba tu empatía.
Hemos estado en otro mundo, las sensaciones vividas han sido inolvidables, enriquecedoras y transformadoras, tan auténticas y con una identidad muy marcada. Es un país alegre, optimista y esperanzado, al margen de su arrasadora demografía, su débil modelo económico, la corrupción política (que no termina!), y una siempre insuficiente solidaridad internacional, a pesar de los titánicos esfuerzos de muchas ONGs y Fundaciones, religiosas o no, a quienes no puedo sino APLAUDIR su firmeza y compromiso, ante múltiples de casos de explotación y abuso infantil y un verdadero drama social, donde los niños se hacen "mayores" demasiado pronto...y necesitan tanta ayuda...
Tras lo dicho, y aunque a priori uno podría regresar de Benin con una sensación de aparente falta
de autoestima de la gente local, de confianza en salir adelante, de cierta resignación, tengo claro que, bien pensado, he conocido un pueblo fuerte, tolerante y resistente. Pese a una economía ciertamente muy limitada (y bajo esfera francesa), llama la atención la paz, la armonía y el respeto tan profundo entre religiones y etnias.
Definitivamente Benin engancha y es muy estimulante por todo lo que tenemos que admirar de otras culturas y aprender de su pasado. El que aún haya tan poco turismo, pero tanta seguridad, es una enorme baza a favor de visitarlo, y aunque amerita que reciban muchas más visitas, hoy por hoy, como está, en crudo, es una oportunidad impagable. También para ayudarles.
Debo decir que la figura de un guía local se torna aquí imprescindible, sobre todo para visitar el aislado norte, y que todo el viaje ha sido una verdadera delicia fotográfica.
Pese a un choque cultural brutal, los benineses son alegres y resultan en general encantadores y educados, te reciben como un amigo y, aunque son enérgicos con los gestos y el volumen de voz (como en todo el Africa negra), el saludo es super importante, dar la mano te abre todas las puertas… siempre y cuando no uses la mano izquierda (es de mala educación). Un simple bonjour, un bonsoir o un ça vá, son un fácil detonante para romper el hielo. Aunque a veces debes empezar tú…
Benin es extraordinariamente diversodesde un punto de vista cultural, y por ello resulta rompedor.
Este no es un país de playas paradisíacas, de volcanes, de monumentos, de naturaleza salvaje o exuberante... por no hablar de gastronomía o de vinos. La parte étnica, las relaciones sociales y los paisajes africanos –puestas de sol impagables bajo una temperatura deliciosa- eran más que suficientes. Lo sabía y por ello me apetecía. Ha sido además mi viaje más solidario (con 43 kg. netos de ropa de niñ@, juguetes, collares,…) que repartimos fundamentalmente en 4 lugares principales, de extrema necesidad, y otros menores en varios puntos, siempre rodeados de un entorno muy aislado que mostraba –tras unos preocupantes niveles de pobreza y desasistencia- un rabioso y espectacular atractivo: su gente y su cultura, algo que había conocido en 2015 con los Fulani de Camerún, y superando experiencias de menor perfil en Myanmar, Mozambique y el norte de Madagascar, tan interesante también.
Asumí muchas reflexiones de forma introspectiva, sin juzgar, y aprendí enseñanzas sobre la propia supervivencia del ser humano y cómo se empastan las viejas costumbres con el mundo de la globalización.
Una vuelta a las esencias. Back to basics!. La perplejidad me la guardé en el bolsillo, la procesión iba por dentro. Hemos visto cosas…aunque no, esta vez no soltaré la famosa frase de Blade Runner…
Con los ojos bien abiertos, y hoy todavía asombrado, nos hemos atrevido a adentrarnos a fondo en uno de los países menos conocidos y más enigmáticos de todo África. Como "blancos", si en Camerún éramos "nasaras" y en Madagascar "vazahas", en Benin fuimos "yovos" (en el sur) y "baturés" (en el norte).
Con un excepcional patrimonio cultural e histórico (contar éste último daría para muchísimo), el verdadero drama humanitario de Benin fue el tráfico de esclavos que se forjó entre los siglos XVI y finales del XIX en torno a gente capturada y vendida a comerciantes blancos que fondeaban sus barcos cerca de la playa de Ouidah y se llevaban a gente encadenada…con la complacencia y complicidad de los reyes locales de la zona, hasta que Inglaterra abolió la esclavitud en 1.807 y la trata en Benin fue sustituida progresivamente por el comercio de aceite de palma: la región costera inicio así una época de desarrollo agrícola y de apertura exterior bajo el gobierno del rey Ghezo (1818-1858). Senegal, Mozambique, Angola o Zanzívar fueron también países con importantes puertos "negreros". Una tragedia de casi 3 siglos de horror esclavista en África, con -dicen- cerca de 12 millones de secuestrados, aunque se habla de casi 20 mill. al tener en cuenta muchísimas pérdidas humanas que se producían a lo largo de todas las etapas por las que atravesaba el esclavo antes de ser capturado y llevado a destino: durante las guerras, la larga marcha hasta la costa, el confinamiento esperando el embarque y en el mismo barco, travesía de casi 3 meses, desde donde lanzaban al mar a fallecidos y enfermos.
En Benin, desde Ouidah (principal puerto de comercio de esclavos), solo entre 1700 y 1809 hay constancia de casi 2 millones de esclavos que zarparon, pero la cifra total, considerado lo dicho antes, y en años anteriores, será muy superior... Pero el drama actual de Benin es otro.
Benin aparcó su marxismo-leninismo (régimen golpista desde 1.974 hasta 1.990), y sigue hoy luchando para dejar atrás la pobreza. Atentos:
Una renta per cápita de 1.500 usd, con una esperanza media de vida de 59 años y un índice de alfabetización de un 35%, lo sitúan entre los 20 países más subdesarrollados del planeta, aunque al menos la mayor parte de la población tiene acceso a alimentos básicos.
Ok, casi nadie se muere de hambre (aunque sí se pueden dar casos de muertes por no poder permitirse ir al médico) pero la situación es muy precaria, especialmente para las mujeres y los niños menores de 5 años, que apenas tienen acceso a servicios sanitarios y de educación, acentuándose mucho en zonas rurales, que pudimos visitar y conocer a fondo.
Es frecuente ver en cualquier poblado de Benin a menores colaborando en labores de agricultura, pastoreo o tareas domésticas. Cambiar las tradiciones y los fenómenos culturales (en un país con 60 grupos étnicos) supone un proceso largo.
Pero el 66% de los niños de entre 5 y 14 años (en teórica escolarización obligatoria) trabaja, y se estima que 3 de cada 10 niños realiza algún tipo de trabajo a abolir, por sus riesgos para la salud y la seguridad. Es terrible: ¿esclavos en el siglo XXI?, éste es un mal común en muchos países de África.
En 2015, el Parlamento beninés aprobó un Código del Menor que, entre otras cuestiones, ponía fin a la impunidad de los matrimonios infantiles y juveniles (allí, "con la primera regla, ya eres casadera"): el 34% de las menores de 18 años y el 8% de las menores de 15 están casadas.
Hay pocos avances, y afortunadamente diversas ONGs, Fundaciones y órdenes religiosas están muy pendientes de este problema y volcadas en mantener numerosos centros de acogida (diurnos y/o nocturnos) para ayuda, asesoramiento y protección a niños que reciben apoyo escolar y acompañamiento para poder completar su educación primaria o con talleres de formación en reparación de motos, costura y carpintería, jabonería, cocina, panadería, pastelería,…. Visitamos algunos, textiles. A estos cursos también acuden niñas explotadas laboralmente o madres adolescentes que han sido víctimas de abusos y violencia, con embarazos precoces y no deseados, y que viven en una situación de absoluta desprotección y dificultad extrema. Un temita. Y llama la atención: la media por familia es de casi 6 hijos.
Con un contrabando masivo de gasolina por todo el país (está a 0,84 eur en gasolineras...siempre vacías), en el norte se vive principalmente de la agricultura y muchos niños deben trabajar en el campo para ayudar a sus familias. Algunos son enviados a casa de parientes a las ciudades del sur para recibir una educación, pero dicen que en la práctica muchos acaban siendo utilizados como mano de obra "esclava". Otros niños directamente emigran a países como Nigeria donde trabajan en las canteras, o a Burkina Fasso donde las niñas trabajan como empleadas domésticas. En los pueblos más aislados a menudo se ven vientres hinchados en niñ@s por lombrices o por la falta de variedad en la alimentación: todos los días comen lo mismo, la "pâte" de maíz (una especie de gachas de maíz) o ñame, con salsas picantes, sin proteínas y pocas verduras. Muchos apenas comen fruta, bien porque no hay, porque no tienen costumbre o porque es cara (y no les llena lo suficiente)… Se hacen una o dos comidas al día. En muchos pueblos hay gente que no come, solo cena, y desayunan las sobras de la cena o la buillie, una especie de papilla líquida hecha con maíz o soja (sobre todo lo toman los niños, pero también los adultos).
Los hombres tienen derecho a la ración de comida más grande y al trozo de carne (si la hubiera) más grande, simplemente porque son ellos los que traen el dinero a casa y quienes realizan los esfuerzos físicos más grandes. A él se le cuida mejor que a nadie, simplemente porque si cayese enfermo no podría trabajar y no traería dinero a casa. El arroz es un "lujo", en el norte, que se come los días de fiesta, al igual que la carne y el pescado.
Y nadie fuma, salvo en algunas tribus (con el tabaco que ellos mismos cultivan) pero no es difícil encontrar en los mercados marcas de tabaco rubio nigeriano…
Cuando alguien cae enfermo, primero se recurre a la automedicación si es una enfermedad que ya han tenido antes, incluso con antibióticos, que se pueden comprar sin receta médica (muchas medicinas vienen de Nigeria o de China, sin ningún control de sanidad ni nada…las venden en todos los mercados). Si están en un pueblo se recurre a lo tradicional (curanderos), se intenta de todo y si no funciona se recurre ya a la medicina "moderna" en algún centro de salud… pero muchas veces es tarde.
La educación en primaria en Benín es gratuita para todos los niñ@s, aunque la calidad no es buena por el nivel educativo de los profesores (no tienen estudios superiores y muchos no han acabado ni la secundaria, aunque sí han seguido un curso de un año para profesores), el gran número de alumnos por clase (que suele ser de un mínimo de 50, hasta más de 100), falta de infraestructuras adecuadas o de libros y material educativo (que sí son de pago).
El caso es que hay muchas escuelas: tienen que ir con uniforme, y verles a todos desfilando por la carretera, andando varios kilómetros a diario, regresando al mediodía y volviendo por la tarde, resultaba conmovedor, tan formales… Más de la mitad de hogares de Benín no tienen acceso a electricidad, con una tasa de electrificación del 51% en las ciudades y de solo el 2% en el medio rural. La red estatal sufre continuos cortes de corriente. Algunas ONGs y Fundaciones están haciendo esfuerzos por la llegada de corriente a los pueblos a través de paneles fotovoltaicos. Genial!: esto posibilita tener al menos una pequeña nevera o un televisor y fomenta la creación de nuevos negocios antes impensables como una tienda de recarga de móviles, que vimos bastantes (todo el mundo tiene un móvil!, aunque la mayoría no son smartphones). El objetivo es que, desde las 19h que anochece, la gente pueda al menos seguir cocinando, estudiando, realizando sus tareas y, simplemente viviendo, a la luz de una bombilla y con agua potable. Dignidad!. Nos llamó la atención los accidentes de tráfico. Vimos bastantes camiones destrozados en la carretera. Hay miles de motos, y las famosas moto-taxis (llamadas "zemi" o Zémidjan, que significa llévame!), endiabladas y muy temerarias, que llevan a 2-3 pasajeros, aunque hemos visto muchas familias de 5 miembros en la misma moto. Sus conductores llevan el nº de licencia grabado en sus camisetas amarillas y la situación es de un aparente control. Un día cogimos una, qué gozada. Es una sociedad donde ir a pie o en bicicleta es sinónimo de pobreza hasta que se tiene una moto o un coche, que ya son signos de poder y opulencia…
Lo del algodón (su principal producto exportado) es impresionante: desde diciembre hasta finales de marzo, las carreteras se llenan de miles de "titanes", esos enormes, viejos y destartalados camiones que no superarían ningún tipo de ITV y que sobrepasan -e incluso duplican- el peso permitido. Circulan ininterrumpidamente día y noche desde los campos de algodón repartidos por el norte del país hasta las fábricas en ciudades del sur para vaciar su carga y para reanudar de nuevo la ruta. El precio internacional del algodón se ha depreciado bastante…
No soy "nuevo" en el África negra, pero temas delicados sobrevolaron mi cabeza durante el viaje: la corrupción del gobierno, una deficiente cobertura sanitaria, la desprotección infantil y la aún escasa escolarización primaria en zonas rurales, la anulación de la mujer (su rol sigue siendo inaceptable, tan sufrido y sacrificado) …pero en Benin no hay un entorno muy propicio para cambios rápidos. Y desde el 1er mundo a veces se suelen condicionar ayudas a cambio de avances en temas sociales o económicos…lo que a su vez termina por hipotecar o hacer perder cuotas de soberanía a estos países en pro de intereses económicos no siempre honestos…
FOTOS
Hay que tener cierto cuidado: no ir enseñando la cámara para no intimidar, pedir permiso para sacar fotos o vídeos y tener algo paciencia (sentido común). Genera recelos. Pese a ello conseguí depurar una técnica para retratar personas y escenas cotidianas con el móvil sin llamar la atención, con sorprendentes resultados como se aprecia en los mercados. Otra cosa eran las fotos o vídeos de planos generales, ahí ya sin problema.
Mi recomendación es sacar las fotos con un buen smartphone y/o una GoPro, más discretas que un "camarón".
El hecho de no tener publicidad en este blog, de no ingresar dinero por el mismo, quizás me da cierta "licencia" para tomar fotos de personas anónimas en lugares abiertos (ok, ya sé que esto es bastante cuestionable). Y por ello, mi eterno agradecimiento y respeto. Curiosamente mucha gente quería sacarse fotos con nosotros y te pedían permiso ellos...
Muchos niños nunca habían visto un "yovo", y algunos lloraban gritando desconsolados cuando nos acercábamos o cuando sus padres nos los acercaban a propósito para darles miedo…ufff, pobres!. El caso es que lo de los "selfies" con el móvil ha sido algo increíble: su curiosidad, perplejidad y luego su vergüenza al verse en la pantalla, desencadenaban sonrisas y carcajadas interminables. Ver videos les maravillaba.
TURISMO
Un país muy virgen que aún no ha sido invadido por el turismo, aunque me temo que tardará y será muy gradual.
Llama la atención la gran seguridad que hay, no ves nada raro y solo en los mercados del sur puedes sufrir algún robo si vas despistado (de hecho a mí me quisieron abrir torpemente la cremallera de una mariconera que llevaba cruzada y ví al tipo que salió corriendo…).
Realmente, para desarrollar el turismo –y hacerlo de manera
sostenible- en Benin haría falta crear y mejorar
infraestructuras de transporte, de suministros de luz y agua, así como formar a más profesionales locales del sector servicios (que no conocen cómo transformar y mejorar sus negocios…porque nunca han salido) y endurecer la disciplina fiscal (
no paga impuestos ni Blas).
Pese a que hay cierto interés del Gobierno por promover el turismo, aún se hace muy poco. Un turismo responsable y sostenible (están a tiempo!) podría ayudar mucho al desarrollo, pero no se hace promoción en el exterior y la información sobre Benin en Internet he visto que no está muy actualizada….
El turismo en Benín está en una etapa embrionaria. En 2015, tan solo 255.000 turistas lo visitaron, aunque en el 2.000 lo hicieron 96.000. Se está corriendo la voz...
Y en cuanto a los hoteles que usamos, debo decir que salvo algunos casos (dignos, sin más), hubo algunos absolutamente sub-estandar. This is África. No pude decir en ningún hotel eso de "en peores plazas hemos toreado". En Benin, hemos tocado fondo. Grand Popo aparte.
Benin es la cuna de la cultura vudú, desconocida y estereotipada, que dicen nació hace unos 4.000 años, y luego llegó a las Antillas, Haití, Cuba, partes de Brasil, Lousiana,… a través del brutal y masivo comercio de esclavos,donde se fue distorsionando hacia otras prácticas: olvídate por tanto de muñecos a los que clavan objetos, de cosas malignas y perversas, de oscuros rituales, maleficios y brujería o magia negra. Aunque sabemos que algo de esto sí hay en Benin (pero prohibido o escondido), en realidad el vudú es una religión oficial.
Y me pareció una religión muy controvertida. No explicaré con detalle qué son y qué significan los rituales vudú en Benin ("vodoun" significa "alma", "espíritu" o "fuerza" en lengua fongbé), pero algo sí es necesario.
Se rinde culto a los antepasados que, a pesar de muertos, siguen entre nosotros. Siempre acompañada de tambores, danzas y algún pequeño sacrificio (en general, gallinas, que luego se comen), es una religión no monoteísta, super-compleja (hay mucha literatura y estudios).
Parte
esencial y cotidiana en el día a día de la mayor parte de los benineses, aunque más en zonas rurales, y en el sur. El vudú es un
sistema de creencias animistas en el que los espíritus de los animales y de los elementos naturales (agua, tierra, fuego y viento) desempeñan un papel crucial y actúan como la conexión entre el individuo y los muertos. Creen por ello que todos los seres y objetos de la naturaleza tienen espíritu. Y los "
fetiches" son las representaciones de esas deidades. Creen en el poder de
talismanes y amuletos.
Hay una enorme y variada parafernalia para sacrificios y ofrendas, para la protección de hogares y personas: desde aceites, piedras, figurillas humanas talladas en madera (algunas, con enormes penes) y también animales disecados de todo tipo (pájaros, serpientes, ranas, lagartos, camaleones, monos, pequeños cocodrilos,…sobre todo extremidades y cráneos), en el Mercado de Dantokpa, el olor en estos puestos de venta era muy fuerte: cadáveres secos a pleno sol.
Existen muchos tipos de rituales, pero nosotros solo vimos el del Zangbeto("el cazador nocturno") que es una especie de guardián de la noche, muy venerado. Una pena!, no pudimos contemplar otro tipo de ritual en el que cuando levantan del suelo una especie de tienda que rotaba girando endiabladamente, ves que no hay nadie dentro, salvo un pequeño fetiche en el suelo, la vuelven a apoyar y comienza a girar de nuevo…. Hay muchos videos en YouTube…. Sin palabras.
GASTRONOMIA
Es diversa aunque no tanto como su complejidad étnica y cultural. En algunas zonas la pasta de maíz es el principal alimento, en otras hay más carne, pollo, ternera, cordero, pavo, cerdo, conejo,…y todo se acompaña con arroz, cus-cus, patatas de muchos tipos, como el ñamé, mostazas super-especiales, salsas bastante picantes de verduras, pimiento, tomate, cebolla,… aunque el sur había más pescado y frutas tropicales (la piña deliciosa, el mango o la papaya). No faltan los espaguetis y las brochetas de todo tipo, mazorcas de maíz,….
Y es curioso: pagas por lo que comes, e.d., por la cantidad que te sirven, que has pedido. No se esperan propinas pero son muy apreciadas. Eso sí, la comida tarda muchísimo en ser servida…un clásico!. Es muy normal comer con las manos (mola!) y las infusiones las beben con sonoros sorbos…
Durante todo el viaje en coche estuvimos comiendo cacahuetes pelados que vendían en las carreteras en botellas de cristal con tapón de rosca. Un vicio…
El idioma?: se hablaba más francés (idioma oficial) en el sur, pero –salvo en hoteles- no todos lo hablan ni lo conocen muy bien, más allá de los saludos de rigor. En Benin hay básicamente 3 idiomas locales principales: el fong bé(centro-sur), el yoruba (sureste) y el bariba (norte), aunque hay más de 70 dialectos. Inglés, apenas…
La moneda?: el franco CFA (desde 1.999 t/c fijo con el euro, a 656 CFA). Nos pareció todo muy barato en general (tampoco "hay para gastar" mucho). Mi debilidad era la cerveza local (Beninoise) a 1000 CFA la de 650 ml. (1,5 euros). Cayeron varias por día, no siempre muy frías. El tiempo?: No nos ha llovido en todo el viaje y ha hecho calor (entre 23-35 grados), aunque las noches en el norte eran más frescas (18 grados). Más húmedo en el sur y más seco en el norte. Ha sido el mejor periodo para la visita: de noviembre a febrero es época "seca".
Las compras?: Hay muy interesantes para hacer en Cotonou, Ganvié, Porto Novo y Natitingou: máscaras, objetos de madera, telas bordadas, estatuas de barro, bronce o madera, collares,... Muy originales. Compré bastante, hasta un cuadro abstracto espectacular en Natitingou, de 1x1,40m.
Las carreteras son buenas hasta que te sales de las principales y te metes ya por pistas: muchas están en obras y están llenas de baches, lo que ralentiza algo la ruta. En Benin, además de a sus mercados, casi todo gira en torno a sus carreteras, una vez vas dejando el Sur, franqueadas por miles de puestos que proliferan en los arcenes con puestos con comida, bidones y botellas de gasolina de contrabando, o con enormes sacos de carbón vegetal…, súmale miles de motos, coches (pocos) con el maletero rozando la calzada, enormes camiones parados por pinchazos o averías, y la quema "controlada" (¿?) de rastrojos... llegando el fuego a la misma calzada. África en estado puro.
Vacunas?. Solo es obligatoria la de la fiebre amarilla (pero ya no caduca a los 10 años!) aunque al llegar solo nos pidieron enseñar la cartilla y ni la abrieron. Apenas había mosquitos así que, en un ejercicio de irresponsabilidad, al 7º día dejamos de tomar el fucking Malarone diario, mi estómago lo agradeció.
Pero vamos con el itinerario. De todo el viaje, que ha sido potente y realmente completo, destacaría 7 highlights imprescindibles:
- - Mercado de Dantokpa, en Cotonou
- - Ganvié, en el Lago Nokoué
- - Pueblo Holi, en Onigbolo
- - Djougou, barrio musulman
- - Pueblo Taneka, en Copargo
- - Pueblo Somba, en Atakora
- - Ouidah
26 Diciembre BILBAO-BRUSELAS-ABIYAN-COTONOU
Con Air Brussels, el 26/dic hicimos un Bilbao-Bruselas (1,45h.) y un Bruselas-Abiyán-Cotonú (7,30h.), sin bajar del avión. Para destinos africanos, por suerte se permitía facturar hasta 2 de maletas de 23 kg. por persona. En total llevamos 3 maletas con un total de 73 kg., de los que 43 kg. netos tenían un destino solidario.
En Abiyán (Costa de Marfil) se bajó mucha gente del avión. Y, tras despegar de nuevo, en solo 1 hora estábamos ya en Cotonou, sobre las 21h. Típico aeropuerto internacional africano (en medio de la ciudad): mucho calor, humedad, pequeño, pocos funcionarios, trámites lentos,…
El guía (Oumar) y el chofer (Ferdinand) nos esperaban en el aeropuerto en un 4x4 (un viejo, pero muy cómodo y grande, Toyota 4Runner) y nos llevaron a un hotel aceptable: La Maison de Canélia. Wifi y AACC.
Quisimos salir a cenar a un lugar recomendado por la guía Lonely Planet: Le Livingstone, una hamburguesa deliciosa en una terraza llena de expats, que sirvió para irnos aclimatando al calor y la humedad y para comentar y mentalizarnos de todo lo que se nos avecinaba en los próximos 12 días, tan diferente de esa hamburguesa..., recorriendo unos 1.500km. en 4x4 por todo el país.
Oumar Farouck, nuestro guía. Más que excelente. Nacido en Benin (Djougou), fue un verdadero privilegio. Contaré solo que es un tipo con un sorprendente dominio de idiomas, un casi perfecto español, además de francés, inglés y muchos dialectos locales. Oumar nos ha sido clave en este viaje como nunca lo ha sido un guía en ningún viaje realizado, y eso que no me suele gustar viajar con guías. Un verdadero amigo que ha estado 13 días con nosotros. Muy preparado, con estudios superiores, educado, con recursos, inquieto y con un conocimiento tan extraordinario de Benin (y de países cercanos) que debiera de llevarle, y lo conseguirá, a cotas profesionales que ni él mismo se imagina aún. Al tiempo.
27 Diciembre COTONOU - DANTOKPA - GANVIE - PORTO NOVO (68 km.)
Cotonou, capital económica, es una ciudad portuaria con vestigios de la época comunista que han marcado su actual fisonomía. Es la más grande de Benin (casi 2 mill.) y ofrece una actividad frenética: como toda ciudad africana grande tiene su punto: bulliciosa y cosmopolita, llena de negocios, electrizante y… caótica!. Me encanta.
Al levantarnos a las 8am, desde la azotea del hotel, vimos por primera vez el cielo de Benin: no era azul y ningún día llegamos a verlo azul, siempre despejado pero gris-azulado, azul-grisáceo o beige-azulado, por la cercanía del desierto, no por contaminación…lo que dió un toque muy especial al viaje, en medio siempre de tanta luminosidad.
Primero dimos un paseo a pie por el centro y la zona de los Ministerios, lo que sirvió para irnos centrando en la realidad del país y el plan del viaje.
Cambiamos moneda en un banco y después de nuevo pero a billetes pequeños (los de 1.000 CFA – 1,5 eur) para facilitar los pagos menudos.
Para ver mejor la esencia de Cotonou, fuimos a un "must-see": el Mercado de Dantokpa, uno de los mayores del África occidental con 20 hectareas (unos 40 campos de futbol). Accedimos por la pasarela que atraviesa la arteria Saint Michel. Frutas, verduras, tejidos, artesanía, piezas de motos/coches, muebles, alcohol y medicinas de contrabando, fetiches,…y pan, mucho pan, como en todo Benin, lo que llamaba la atención. Ambiente impresionante.
En unas casi 3h. entretenidísimas, que pasaron voladas, no pudimos ver ni la mitad del mercado, super-colorido, y nos detuvimos un buen rato en la impagable zona de fetiches, lo que fue una primera introducción al mundo vudú. Rodeados de decenas de cráneos y animales disecados. Nos explicaron lo que vendían, hacían y para qué. Atónitos, me animé a comprar una especie de talismán y dos amuletos y delante nuestro hicieron un ritual para "activarlos", para protegernos y pedir algún deseo. Negociamos un buen precio frente a una elevada petición inicial.
La cara B de este mercado: Dicen que más de 7.000 niños trabajan cada día en Dantokpa. Muchos viven y duermen solos en los callejones de este descomunal y fascinante mercado. Según algunas ONGs, algunos acaban en esta situación tras ser rechazados por los segundos cónyuges de su padre o madre, otros han sido víctimas de maltrato y muchos son entregados por sus padres para que vayan a Cotonou supuestamente a formarse para poder tener un futuro mejor… pero que en realidad acaban realizando duros trabajos como descargar camiones o picar piedra. Esta es la realidad. Muy dura, la verdad.
Luego seguimos hasta Ganvié, la famosa "Venecia Africana", una gran concentración de familias de pescadores de la etnia tofí que se refugiaron en el Lago Nokoué huyendo del esclavismo, aunque hay pueblos más pequeños que Ganvié en el lago. Más de 20.000 hab., es la mayor ciudad africana construida sobre palafitos. Estábamos a solo 18 km de Cotonou, y en el bullicioso y caótico embarcadero de Abomey-Calavi cogimos una piragua típica a motor (pinasse) y nos adentramos en este lugar verdaderamente impresionante, con una neblina que lo hacía aún más misterioso, donde sus habitantes viven en casas sobre pilotes, en pleno lago, con paredes de bambú, techos de paja y ventanas sin cristales, todo rodeado de juncos y flores de loto. En ruta (unos 25 min.) me acordé del Lago Inle en Myanmar, y nos llamó la atención una curiosa técnica de pesca: lanzaban las redes de manera circular.
Formado por "calles" acuáticas donde la gente hace todas sus actividades en barcas de madera alargadas y propulsadas por una larga vara. Un lugar muy pintoresco y seductor.
Y como todo en Benin, muy colorido!, desde los vestidos de las mujeres, con esas faldas-pareos a juego de sus pañuelos en la cabeza…
La atmósfera era fascinante y fue una experiencia espectacular, con más de 1.000 palafitos incluyendo un par de hoteles, hospital, iglesias, mezquita,…es en realidad un pueblo de pescadores y Patrimonio de la Humanidad desde 1.996. La gente te saludaba pero no les gustaban las fotos (algunos se tapaban la cara). Normal, sin avisar antes o presentarte...
Un lugar de ensueño en pleno corazón de Africa y posiblemente el lugar más "turístico" de Benin. Compré unas artesanías muy curradas y, por primera vez, nos dimos cuenta de la importancia del regateo en Benin (al final terminas pagando un 50-60% del precio inicial para "yovo").
Tras la visita seguimos hasta Porto Novo, capital política (Parlamento) y cultural de Benín y una ciudad que engancha por su historia y arquitectura colonial. Llegando comenzamos ya a ver de cerca el movimiento del contrabando de gasolina (estábamos muy cerca de la frontera con Nigeria): cientos de motos iban y venían con bidones, auténticas bombas en potencia que –nos dijeron- ocasionan no pocos incendios aparatosos en accidentes de tráfico.
En 1755 los portugueses la fundaron como una nueva colonia dedicada al comercio de esclavos. Parada en el tiempo, conserva el encanto de las antiguas ciudades coloniales y visitamos algunas casas -bastante desvencijadas- de los descendientes de los comerciantes portugueses que descubrieron el Golfo de Guinea en el siglo XV. Esta ciudad es una fusión increíble entre la cultura yoruba, originaria de la región, y la herencia portuguesa e influencias coloniales inglesas y francesas del siglo XIX.
En Porto Novo, se respira paz. Vimos la estatua del primer rey de Porto Novo, el rey Toffa, de más de 3m y el Templo mundial del vudú, con forma de zangbeto.
Paseamos por el barrio afro-brasileño (construido por negros que regresaron de Brasil) y sus estrechas calles.
Paramos en la Gran Mezquita, construida en 1.925 sobre una iglesia de estilo africano y brasileño, con un desgastado colorido exterior. Muy chula.
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Alojamiento en Hotel Songhai, dentro de las instalaciones del Centro Songhai, un interesantísimo y enorme (más de 15 hectáreas) centro de investigación, formación y producción en ganadería y agricultura sostenible. Hay varios en Benin. Había todo tipo de cultivos, invernaderos, piscifactorías, granjas de animales,…
28 Diciembre PORTO NOVO – PLATEAU – ONIGBOLO (87 km.)
Tras el desayuno, visita guiada en inglés de 1h. interesantísima por el Centro Songhai, en la que me sorprendió el absoluto aprovechamiento de todos los recursos y sus desechos. Coincidimos con uno de los fundadores, muy simpático: foto y enhorabuena.
Ya en ruta, el
mercado de Adjara, a unos 9km., nos encantó, yo estaba totalmente alelado y no me perdía nada, mucha gente nos saludaba, sobre todo niños: "yovo-yovo!!!, qué tal estás, bienvenido". Compramos provisiones para llevar al poblado Holi.
En una zona indeterminada de Plateau, paramos en una fábrica muy cutre de aguardiente en la misma carretera. Otro trago! (bebiendo todos del mismo vaso tan sucio...).
También paramos en otro poblado donde vimos cómo unas mujeres hacían la pasta de tapioca y mandioca, en posturas muy incómodas y cerca de fuentes de calor muy sofocante.
Y seguimos hasta el que iba a ser el 1er pelotazo del viaje: el territorio Holi, etnia que destaca por ser animista y por lucir escarificaciones faciales y complejos tatuajes corporales; viven en casas construidas con bambú. Íbamos a pasar la noche con ellos. El canibalismo ritual fue abolido en 1.984: los Holi habían sido el último pueblo antropófago en esta zona.
A un lado de una pista, abierta hace tan solo 5 años por la cementera Lafarge, en Onigbolo tomamos un estrecho camino de 300m. en el que nuestro 4x4 tuvo que hacer virguerías para poder llegar a este poblado tan aislado del mundo. La bienvenida pasó por un pequeño ritual con aguardiente. Genial y muy auténtico.
Hicimos el 1er reparto de ropa, calzado y juguetes. Al parecer, era la primera vez que alguien les llevaba "tanto". Perplejidad, mucha alegría y cierto caos, que Oumar y los jefes locales trataban de apaciguar. Tremenda experiencia y satisfacción infinita. Fotos y videos hablan por sí solos.
Decenas de niños no nos dejaban de agarrar de la mano y nos pedían que les cogiéramos en brazos, algunos desnudos o casi, super-simpáticos y algo excitados. Divertidos, fueron cogiendo cada vez más "confianzas". Y muchos, con signos de malnutrición, vientres hinchados por las lombrices (por el agua que beben…).
Nuestro guía les llevó una potabilizadora portátil de agua, super-útil, que una viajera chilena, que estuvo allí con él, le pagó para llevar a los Holi. Oumar les explicó el funcionamiento y luego, foto colectiva con un cartel con su nombre: misión cumplida, Teresa!. Emocionante.
También llevé aconsejado –para romper el hielo, socializar y generar confianza- fotos impresas de mis amigos, familia y viajes: flipaban, y para muchos fue ciertamente muy sorprendente. Ver cómo vivimos en Europa, cómo son nuestras ciudades u otros lugares del mundo… Los Fulani también alucinarían días después.
Dormimos en tienda de campaña (habíamos llevado sacos). Mucho calor para dormir. Los gallos a las 4,30am comenzaron a dar el coñazo. Al día siguiente había muchos niños esperando que saliésemos y se metieron en la tienda. Resultaba gracioso y desconcertante, pero ya éramos amigos!. Llevamos un freesbe, que les regalamos, aprendieron rápido a lanzarlo...
Todo me parecía algo extremo y precisábamos de Oumar para hacer algo más que interactuar: hicimos algunos paseos por los campos y bosques sagrados de este poblado y conocimos aspectos de su vida muy desconocidos.
Impactante y quizás, junto con la experiencia con los pueblos Taneka y Somba, de lo mejor del viaje.
29 Diciembre ONIGBOLO – KETOU – COVE (44 km.)
Desayunamos con los Holi, visitamos más a fondo el poblado, más frisbee, más aguardiente, y triste despedida de los niños que nos acompañaron hasta la misma carretera, aplaudiéndonos. Demoledor pero tan gratificante. Así nos despedimos...
Fuimos a otro poblado Holi muy cercano y estuvimos por fin con un Maestro Fa, verdaderos especialistas de la adivinación y muy reputados en Benin, y que –tras comunicarse con los espíritus en un oscuro y complejo ritual que nos dejó sin respiración- me leyó el pasado y futuro: ciertamente nos quedamos de piedra. Inverosímil, muy inquietante y desconcertante. Nos lo habían advertido, y no me aguanté. Es lo que tiene…
Hicimos el segundo reparto de ropa del viaje.
En ruta a Cove, parada para ver el mercado de Ketou, reino Yoruba. La gente muy auténtica, también escarificada. El mercado nos pareció alucinante, una experiencia!.
Comimos unos espaguetis en un restaurante con música de la TV nigeriana a tope, mientras Oumar iba a rezar a la mezquita...y luego fuimos a callejear: mientras veíamos hacer unos buñuelos, accedí a hacer un pequeño ritual vudú en casa de una adepta guapísima y enigmática, de piel algo anaranjada, que me lo ofreció y claro, era irrechazable. Para estar "protegido". Bastante sorprendente. Yo hago lo que me digan… como siempre había que pedir un deseo.
Y así llegamos a Cove, una de las ciudades más antiguas de Benín. Visitamos el antiguo palacio con columnas talladas y al atardecer recorrimos el centro entre calles angostas de arena roja, con un calor sofocante, con un palique interesante y viendo las casas (todas con su "caseta" de fetiches). Impresionaba la devoción. Allí algunos Maestros Fa tenían en sus casas verdaderos santuarios de peregrinaje.
Unas cervezas y noche en Hotel TG, bien pero muy básico. Ducha rota.
30 Diciembre COVE – MONTES AGONLIN – POBLADOS FULANI – COVE (100 km.)
Carretera por pistas de tierra rojiza. Paisajes cautivadores.
Parada, junto a la carretera, en una pequeña iglesia de una secta fundada en 2009 en Benin y que resulta especialmente curiosa: la Santísima Iglesia de Jesucristo de Baname, donde miles de fieles adoran a Dios. Pero para ellos Dios está encarnado en una mujer de 25 años, con sombrero rojo, que promete acabar con el reino del infierno en la Tierra, Vicentia Tadagbe Tchranvoukinni: se hace llamar "Perfecta" y "Espíritu Santo de Dios".
Dice que se compromete a expulsar a los demonios que dominan Benin, una referencia al vudú, la religión más practicada. Nos dijeron que su presencia carismática y enfrentamientos con otras religiones la han hecho muy famosa en Benin. En 2014, el gobierno inició una investigación formal sobre esta "iglesia" cuando comenzó a recibir muchas quejas de comunidades religiosas, políticas y líderes tradicionales. Hasta la fecha, no se ha tomado ninguna acción legal en su contra pero desde entonces, la esfera de influencia de esta mujer ha crecido exponencialmente.
Al regreso de los Fulani, momentazo: quisimos visitar las instalaciones cubiertas de Baname para albergar a miles de fieles frente a un altar, y cerca de un lujoso "Vaticano" que se está construyendo con las aportaciones de aquéllos. Surrealista pero muy interesante. Pude hablar con un cura de esta secta, buenos modales pero desconfianza por si era periodista. De traca, no he visto cosa igual...
Seguimos hasta las colinas de Agonlín para poder conocer la forma de vida de una de las etnias que pueblan esta desconocida región: Los Fulani,nómadas islamizados que estaban temporalmente en un aislado campamento, siempre tan elegantes y tatuados. Orgullosos y puros de raza, tan respetuosos como reservados. Ya les conocimos en Camerún. Con otro "sub-guía" local, nos adentramos en un suave trekking de una hora hasta que llegamos a su poblado. Subidón. Oumar abrió paso para allanarnos el terreno (eso de llegar sin avisar…).
3er punto de entrega de ropa. Maravilloso. Compramos a los Fulani un gallo vivo que cenaríamos después en un restaurante de Cove. Lo metimos en el maletero, atado, pobre...
Los Fulani me encantaron… su forma de vida marcada por el ganado, las trashumancia y el culto a la belleza de tanto hombres como mujeres: peinados, gorros, tatuajes…un pueblo fascinante!. Al regreso del trekking, nos topamos a 2m. con una manada de enormes vacas entre los árboles que se asustó al vernos...
Pero nos esperaba otra sorpresa de vuelta a Cove. En ruta, a Oumar –siempre en contacto con amigos por teléfono- le pasaron la noticia de que había cerca un funeral de una señora de 108 años y una gran fiesta. Ciertamente. Más allá de que pareciese que no pintásemos nada, fuimos muy bien recibidos y a Leire le hicieron salir a bailar, en un contexto de pérdida de control y de "tierra trágame", pero bailó dignamente, le aplaudieron a rabiar y resultó una experiencia increíble que afortunadamente pude disfrutar "solo" como usuario de GoPro. Metraje para la posteridad.
Regresamos a Cove para pasar la noche de nuevo en el Hotel TG, y salimos a cenar el gallo en un restaurante que nos lo guisó, y beber unas cervezas. Era sábado noche, calor, y en el pueblo había mucho ambiente y barullo, poca luz… algo que puede dar respeto o, como en mi caso, puede parecer una gozada. Feliz.
31 Diciembre COVE – BOHICON - PAOUIGNAN – PARAKOU - BETEROU – DJOUGOU - PAIS TANEKA (400 km.)
Desayuno en ruta dirección hacia el norte islámico de Benin. Buena carretera, fuimos a buen ritmo.
Parada a desayunar en Bohicon, fuimos a Paouignan, un pueblo tranquilo y encantador. Era domingo, la gente iba a misa. Todos saludaban muy simpáticos. La Iglesia católica era gigantesca.
Más tarde pararíamos en otra iglesia de carretera, muy pequeña, donde creamos cierto revuelo y algunos feligreses estaban más pendientes de nosotros que de la misa, a cuyo final pudimos charlar con el cura en inglés. Sorprendido de vernos allí. Había entrado a dar una limosna en el momento en que pusieron el cepillo junto al altar y la gente flipó, literalmente (qué pinta aquí un yovo?).
Comimos en Parakou una pasta de ñé, con los dedos, con cordero y carne untando en una salsa muy picante y una cervezota. Leire seguía con el embutido de España que aún nos quedaba, y que puedes comer en cualquier sitio si pides la bebida.
Paramos en el mercado de Beterou, impresionaba, ya más musulmán. Bebí cerveza de mijo. Caliente.
Y antes de llegar al hotel, vimos un rato un partido de futbol con mucha gente y en un patatal de terreno, en medio de una
puesta de sol.
Nochevieja en un gran hotel muy venido a menos y que parecía como abandonado: Taneka Koko, construido por el gobierno. Sorprendidos, es motivo de queja. No había "nadie" y habíamos pedido algo "especial" para esa noche. Una pena, pero sin más…
1 Enero COPARGO (TANEKA COCO) - NATITINGOU - REGION DE ATAKORA (107 km.)
Desayuno y ruta hasta Taneka Coco, pueblo impresionante de casas redondas, de lo más auténtico del viaje.
Los Taneka, de religión animista, viven del cultivo del mijo y el ñame. Estuvimos con el gran jefe fetichero, de 95 años, con taparrabos de piel de mono, gorrito, y su alargada pipa. Sorprendente. Vehemente, pero muy agradable, al igual que su mujer. La entrega de ropa les dejó tan desconcertados…quedaron muy agradecidos.
El jefe nos explicó muy serio que le quedaban 5 años para morir y que sabía cómo y cuándo iba a pasar. Nos enseñaron una cabaña sagrada en la que en un agujero cerrado en el suelo estaban enterrados sus antepasados, bajados en vertical pero reposando en horizontal (les "rompen" para meterles). Algo increíble y de máximo respeto. Esta especie de curandero es como un sacerdote que protege de enfermedades y problemas de la comunidad…
El pueblo precioso y muy auténtico, pero la presencia de tejados metálicos en algunas casas apuntaba ya a la llegada del desarrollo, como veríamos también con algunas casas de los Somba. Mucha pobreza. No había casi hombres, estaban a 10 km. trabajando en el campo.
4º punto fuerte de entrega de ropa y juguetes. Igualmente emotivo y satisfactorio.
Tras una excursión por los alrededores, seguimos hasta la espectacular zona de la Sierra de Atakora, punto más elevado de Benín donde el paisaje cambia radicalmente y se tornó más seco y montañoso, con pequeños valles habitados por varias etnias animistas entre las que destaca los Somba, una de las culturas mejor conservadas y conocidos como verdaderos artesanos del adobe.
Los Somba
marcan su rostro y cuerpo con finas escarificaciones. Impresionaba ver sus cicatrices. Somba significa "la gente que camina desnuda", y así estuvieron hasta los 70's. Es un pueblo aislado y uno de los
más antiguos del continente.
Viven en pequeñas comunidades donde el jefe (el más anciano), ayudado por un consejo regula los intereses y la vida del grupo. Es el mundo de los árboles Baobab (creo que ví más que en Madagascar): los cortan y queman para hacer el carbón vegetal. Sus famosas casas de 2 pisos llamadas "Tata" son únicas en África y pudimos visitar muchas con tranquilidad. Suelen estar agrupadas en pequeñas aldeas de max. diez unidades que corresponden a un clán. Son "catedrales" 100% de adobe, auténticas "fortalezas", como medievales, con sus paredes escarificadas y símbolo de una arquitectura propia; son como castillos cerrados con pináculos puntiagudos. Con los fetiches en sus puertas, y todas, siempre construidas frente a la puesta de sol y con un baobab detrás. Pudimos entrar a varias, dentro casi a oscuras y con un ambiente de humo (por las fogatas) que hacía picarte los ojos. Estas casas se degradan con los años y la lluvia y precisan de un mantenimiento periódico. Los jóvenes no parecen estar ya por la labor y por desgracia se pueden ir perdiendo…
Polígamos, el hombre y sus mujeres duermen en el piso de arriba (el tejado), donde también tienen los graneros, y abajo tienen la cocina y donde duermen los abuelos y los niños. Nos dejaban entrar y ver los fetiches familiares fuera, con montículos de barro por cada enterramiento de algún familiar. El respeto reverencial por sus muertos me terminó sobrecogiendo.
Aquí estamos en el tejado de una "Tata-Somba", la más grande que visitamos...
Vimos un
baobab de tres siglos, espectacular.
Bebían cerveza de mijo (un cereal), caliente, siempre que hay fiestas o celebraciones (como la circuncisión de los jóvenes, a los 20 años). Probé un par de veces, en cuencos de calabaza. Por la tarde, antes de ir al hotel estuvimos en un poblado donde dimos a un niño de unos 10-12 años una camiseta de Messi del Barsa, una equipación del Sevilla para otro de unos 5 años y que estaba completamente desnudo…y unas zapatillas Adidas para otro con los pies desechos. Estaban muy felices pero siempre tan sorprendidos…
Nos alojamos en el hostal Tata, que era una réplica gigante de una Tata Somba. Sin agua, y el wc fuera de la habitación, sin bomba y con serrín.
Antes de llegar puede recoger esta instantánea...le despertamos y le dimos un detallito.
2 Enero REGION DE ATAKORA - BOUKOUMBE – NATITINGOU (50 km.)
Desayunamos en el hostal y comenzamos muy pronto a recorrer a pie los caminos rurales del valle. A esas horas, con sudadera. Paramos en muchas más "tatas" y pudimos conversar con más Somba. Es clave tener un buen guía local ya que este pueblo es de costumbres guerreras y de primeras no muy dados a la sociabilización. Con Oumar de puente, pudimos entrar en su mundo y disfrutar de uno de los entornos, dicen, más bellos de África occidental. Precioso.
Luego paramos en Bokoumbe, y muy cerca de la frontera con Togo, no nos resistimos a cruzarla tras un pequeño "aguinaldo" al aduanero.
Tras las caminatas regresamos a Natitingou ("Nati"), la capital regional y antigua base de operaciones administrativa de los franceses, nos brindó un descanso en el viaje. Compré, en un mercado artesanal junto a nuestro hotel, un cuadro enorme (de 1x1,40m), estilo africano abstracto, en un mercado de artesanía, al tío que lo hizo, un simpático y "moderno" tipo de Gambia, escultor, pintor,…desde hacía más de 25 años, un crack: Joseph Njie, especialista en pinturas "abstractas figurativas", utilizando pigmentos naturales y con temáticas de viejos proverbios africanos. Joseph dibuja y fija los pigmentos en lienzos que él mismo fabrica con cortinas y manteles viejos que encuentra en los mercados locales. Nos dijo que vendía cuadros en Europa…
La verdad es que el cuadro es una pasada...
Vimos un concierto, cenando a la noche. Fuimos al Hotel Bourgogne. Digno.
No seguimos subiendo ya más al norte por lo que no fuimos al espectacular Parque Nacional Pendjari, más pequeño que los de Kenia o Tanzania, con elefantes, hienas, leones, antílopes, búfalos, monos, hipopótamos,…la ruta prevista era ya apretada y creo que suficiente, además queríamos dejar un par de días de relax en las playas del sur para terminar el viaje…y reconozco que no me llaman demasiado los safaris...3 Enero NATITINGOU – KOTA FALLS - DJOUGOU (80 km.)
Emprendimos ya el camino de nuevo hacia el sur. Fuimos a ver unas cascadas: Kota Falls. Preciosas, con el acceso algo complicado. Entorno abandonado, un hotel con cabañas cerrado….
Parada en un mercado local en ruta, llegando ya a Djougou veíamos muchísimas motos llevando a perros y coches con gente y perros subidos en el techo. Increíble. Salían dirección a Taneka para ir a cazar.
Llegada de tarde a Djougou, una ciudad algo pobre y mayoritariamente musulmana, pueblo natal de nuestro guía Oumar. Visitamos una escuela textil para huérfanas y mujeres abandonadas.
Por la calle, mujeres con velo. Se respiraba tradición musulmanacomo pocas veces he visto en ningún viaje. Era la etnia "Dendi", con su propio lenguaje… En el paseo, varios saludos de "As Salam Aleicom", al que algunos contestaba con un convencido "Wa aleicom as-salam". De toda la vida.
El hecho de ver iglesias católicas dentro del propio barrio musulmán, o puestos de comida con productos del cerdo, confería a la visita un halo de respeto y admiración: un ejemplo!. Tuvimos la ocasión, el privilegio, de conocer a la numerosa familia de Oumar, aunque él vivía en Cotonou, y tuvimos, entre té y té (tres rondas!) una charla agradable donde vimos valores muy sentidos de amistad, familia, convivencia, solidaridad y fraternidad. Admirable (mil gracias!).
Nuestra presencia les parecía chocante: levantamos un buen revuelo, junto a una enorme Mezquita… por donde estuvimos callejeando y tirando divertidas fotos y selfies con niñ@s y no tanto. Estábamos rodeados, y solos. Cuando termino la oración, a la que llamaron por megafonía, optamos por irnos discretamente en cuanto salió Oumar, demasiado protagonistas…aquello me recordaba a la serie Homeland...
Alojamiento en Motel du Lac, en las afueras, el mejor wifi del viaje. Huevos fritos con patatas (enseñando una foto al cocinero), en fin, qué alegría más grande... 4 Enero DJOUGOU – BASSILA - SAVALOU – DASSA – DANCOLI - ABOMEY (350 km.)
Madrugón. Desayuno en Bassila. El día más duro de carretera, y además mala. Había que retroceder (bajar) todo lo recorrido en el viaje, pero por otra ruta diferente, peor, para así poder ver otras cosas interesantes. Muy entretenidos haciendo bastantes paraditas, como cuando veíamos algunas serpientes recién matadas a machete…que pasada!.
Nos detuvimos en el Fetiche de Dancoli, el más sagrado de la religión vudú. No era un lugar turístico sino un lugar de culto real y peregrinaje, en la misma carretera, donde me asusté bastante cuando al llegar, unas 8 personas corrieron de frente hacia nuestro coche y casi les atropellamos... Parecía un atraco y bajé los seguros. En fin, solo querían que eligiésemos a uno de ellos para hacer algún ritual. El sitio era tremendo e inquietante, con todos los restos de rituales y gente en puestos de venta de materiales para fetiches…
Paramos en Savalou, construida al pie de una cadena montañosa, para ver el Palacio de los Reyes, con una gran historia, y junto a otra iglesia católica...seguía sorprendiendo
Y ya seguimos hasta Dassa, donde había una enorme iglesia católica al lado de un lugar sagrado por aparición de la Virgen, que visitamos. Juan Pablo II (en 82 y 93) y luego Benedicto XVI (2011) lo habían visitado.
Larga ruta, viendo enormes termiteros en la carretera, y parando de nuevo a ver otras serpiente recién matadas y ratones y ratas a la brasa en palos.. una brochetita? (sin bajarte del coche)...
Por fin llegamos a la capital "real" de Benín, la histórica Abomey, donde se encuentra un monumento Patrimonio de la Humanidad, el Palacio Real, y algunos museos. Nos hablaron allí de un insólito grupo armado femenino -llamadas "amazonas" por los occidentales y "mino" por los nativos- que estaba formado por unas 6.000 mujeres equipadas y entrenadas para enfrentarse cuerpo a cuerpo: los reyes de Dahomey las tenían como un cuerpo de élite dedicado a su defensa personal desde principios del siglo XVIII.
Llegada de tarde e instalación en el hotel. Visita por el mercado central nocturno. Repentinamente, nada más llegar al hotel y bajar las maletas, Oumar se enteró de que, cerca de allí, justo se estaba celebrando un ritual vudú. Salimos muy escopetados y algo nerviosos ante lo que íbamos a ver. Por fin. Noche calurosa.
La aproximación al lugar, una especie de plaza muy poco iluminada y llena de gente, fue muy inquietante escuchando la percusión cada vez más fuerte y viendo a muchos correr hacia nosotros, como una "fiesta de cabezudos". Un grupo en el centro con muchísimos tambores y cánticos. Oumar, que no nos soltaba, quedó con su contacto. No había ni un yovo. Nos permitieron sentarnos en un banco de madera junto a una caseta, en primera línea, pagando después 10.000 CFA (15 euros). Fotos con máximo cuidado. La expectación era alta. Nada más sentarme un tipo me ofreció aguardiente servido de un viejo bidón, acepté con gusto, de trago!. La cosa prometía. La danza frenética y la percusión son elementos esenciales y allí estábamos ya. Viendo cómo unas enormes figuras, como una especie de alargadas cabañas de paja, los Zangbetos ("los guardianes de la noche"), muy altas, corrían frenéticamente, giraban sobre sí mismas y perseguían a la gente, que corría despavorida. A veces se tiraban al suelo y, tras unas convulsiones, se quedaban totalmente inmóviles un buen rato hasta que se levantaban de nuevo como por un resorte. Era perturbador y creo que mi corazón latía más rápido… Los que iban dentro al parecer se habían autohipnotizado y llegaban a un estado de trance en el que sus cuerpos se rinden, siendo poseídos por los espíritus. Empecé a tener sentimientos contrapuestos (por la oficialidad del vudú) y estaba muy satisfecho de poder estar allí, a pesar de que la cosa empezaba a ponerse algo violenta, la música cada vez más acelerada y los zangbetos –algunos totalmente fuera de control- empezaron a pasar demasiado cerca de la gente, empujándola, lo que generó protestas y agrias discusiones entre los "ayudantes" de los zangbetos y algunos exaltados del público. Y nosotros a un par de metros viendo todo, con rabia por no poder fotografiar aquello debidamente (cuidadín!). Todo resultaba algo hipnótico y comencé a entender, solo un poco, la importancia de estos ritos ancestrales. Grabamos unos videos con GoPro, que han quedado bastante oscuros...los puedes ver en el video "De Norte a Sur).
Me preguntaba: ¿estaba siendo con los espíritus de sus antepasados con quienes estaban contactando mientras corrían sin descanso?. Eso nos decían. Y era gracias a esa especie de trance al que llegaban mediante movimientos y carreras frenéticas, mientras el grupo cantaba, invocando (las figuras se ponían en frente) y no cesaban en golpear tambores. Estruendoso. La gente estaba bastante inquieta...
Tras 1h. allí, llegó un momento en que Oumar no lo vió claro y decidió que era mejor marcharse: algunos estaban ya bastante bebidos y los zangbetos –que llegaron a ser 5 en simultáneo- comenzaban ya a no respetar el perímetro, daban volteretas por el suelo y abordaban a quienes se les cruzaban.Nos pasaron rozando varias veces de manera algo violenta. Yo me hubiese quedado más tiempo, parecía que el climax debía de llegar ya en algún momento, con algún tipo de sacrificio animal…en fin, volvimos al hotel y, tras una cena algo cutre y matar una araña descomunal en el baño, nos costó un poco dormir, viendo los videos grabados y recordando emocionados el ambiente tan "duro"…
Alojamiento en Hotel Chez Monique, mal, sin agua, sin tapa en el wc y con la comida bastante floja.
5 Enero ABOMEY – BOPA – GRAND POPO (130 km.)
Visita matutina del centro de Abomey, 80.000 hab., enclave primitivo de la etnia Fon y antigua capital del reino de Dahomey (1800-1894), llena de palacios. Es la capital religiosa del país y tiene un pasado de prestigio. El Palacio Real, Patrimonio de la Humanidad, donde están las tumbas de los reyes Guezo y Glele, que lucharon contra los franceses, solo lo vimos por fuera.
Antes de pasar por Bopa, paramos en un pequeño mercado de carretera a comprar unos plátanos, saqué la GoPro, grabé un poco y saqué algunas fotos generales. En ese momento, saliendo de un coche (taxi) que acababa de parar en el arcén, un tipo empezó a vociferar y protestar: decía que no podía hacer fotos allí. Se montó un revuelo algo ridículo y muy desproporcionado. Llamó a la policía, pero se fue antes de que llegase. Oumar le exigió saber quién era e incluso le propuso llamar al presidente del gobierno...jaja. Vino la policía en medio de un montón de gente que nos estaba apoyando diciendo que no había pasado nada, que les daba igual. Una vez explicado todo, borré una sola foto delante del policía y asunto arreglado, pero le dije que me parecía totalmente exagerado, pedí disculpas, le dije que éramos turistas, no periodistas, y que este tipo de escenitas solo van a ahuyentar extranjeros. Me dió la razón y asunto arreglado. Increíble... y el que llamó a la policía se marchó antes por patas.
Seguimos hacia la zona del Lago Ahemé, punto de agua sagrado por los pueblos mina y pedah (etnias del suroeste beninés).
Nuestro objetivo era llegar al pueblo pescador de Bopa donde vive un reputado anciano especializado en medicina tradicional y guardián del dios Shangó (dios del trueno). Llevaba un gorrito blanco y parecía muy inteligente (no puedo decir lo mismo de sus ayudantes, que estaban bastante cocidos y él les recriminaba por ello) .La estancia estaba llena de fetiches y mucha parafernalia, hasta huesos humanos. Charlamos con él amigablemente y le hice muchas preguntas, tras un buen aguardiente (uff): empezando por esos 5 ataúdes (con cadáveres) que estaban colgados del techo de la estancia en la que estábamos.
Entre otras cosas, ajusticiaba a gente que había robado o hecho algún mal a alguien y si no respondía, o lo negaba, le echaba un mal de ojo y, cuando fallecía, robaba su tumba…y se la traía. En fin, contado así suena a chiste. El guía nos dijo que el gobierno estaba prohibiendo esas prácticas… También le pedimos que nos hiciera una mascarilla para los granos de la piel…
Tras la visita fuimos ya a la playa de Grand Popó, muy cerca de la frontera sur con Togo y de la desembocadura del río Mono. Llegamos por la tarde, a comer, por lo que pudimos beber por fin buenos vinos blancos (franceses y sudafricanos), comer bien y "tomar el sol" por primera vez, en la kilométrica playa del Hotel Grand Popo, muy tranquilo, algo desvencijado y muy añejo todo. Pero me pareció un "seis estrellas", la verdad.
Íbamos a estar un par de noches, genial!
Fue perfecto tras todo lo vivido y sirvió para descansar, poner en orden y recordar todas las experiencias, allí empecé ya a escribir este post, aunque estuve durante el viaje tomando notas...
Con 125 km. de litoral, sin casi puertos naturales, la zona es
muy salvaje, con arena blanca y respaldada por palmeras. No nos pudimos bañar por lo peligroso del agua, muy traicionera, aunque había una pequeña piscina.
Cada 1-2 km podías ver, por la mañana, cómo se juntaban cuadrillas de pescadores (de Ghana) trabajando afanosamente con
larguísimas redes que habían sido arrastradas por unos desvencijados y largos barcos de madera que luego se hincaban de culo en la orilla, en medio de las olas. Fotos con mucho cuidado...te reprendían a distancia...
6 Enero GRAND POPO
Día de relax total en la playa, salimos por la noche a tomar algo a un sitio rastafari (Lions Bar), con las linternas de los móviles. Regresamos al hotel en moto, nos habíamos ido muy lejos, y cenamos unos huevos fritos! Jaja.
7 Enero GRAND POPO - OUIDAH – COTONOU (80 km.)
Parada en la ciudad colonial y antiguo puerto esclavista de Ouidah, epicentro de la tragedia y actual "capital" del vudú en Benin. Es un pueblo costero de la Etnia Fon, con calles de arena, a solo 40km. de Cotonou. Había Fuertes de todos los países colonizadores, pero hoy solo perdura restaurado el de Portugal, convertido en museo. El resto fueron destruidos tras la abolición de la esclavitud.
A finales del siglo XVII, Ouidah era ya la principal plaza del comercio de esclavos de África occidental y fue el último bastión de Felix Francisco de Souza, el mayor tratante y que, increíble, era un esclavo que regresó de Brasil. La actividad de los tratantes suscitó desavenencias entre los distintos reinos de la región; así en el siglo XVIII, Dahomey firmó acuerdos con ellos, facilitando el comercio de esclavos pero controlándolo a la vez.
Ouidah es muy importante por sus templos vudú y su historia en el comercio de esclavos hacia Brasil y Haiti. Cada 10/Enero se celebra en Ouidah el Festival Anual del Vudú, el mayor del continente, y es fiesta nacional. Lo concentran en la playa de la Puerta de No Retorno. Y no lo vimos por tan solo 3 días. Nos dijeron que es algo es impresionante, con miles de personas y un montón de rituales en cada barrio. Me lo puedo imaginar…uff. Ouidah tiene 100,000 hab. y se multiplica casi por 10… va gente de todo Africa...y vienen de Brasil, Haiti,… Visitamos el Templo de las Pitones, situado justo frente a la preciosa iglesia de la Inmaculada Concepción, construida por los franceses en 1.905. Había un árbol de 3 siglos, al que hicimos una ofrenda.El lugar era muy sencillo y pequeño. Creen que las serpientes son deidades que les traerán salud, prosperidad y buenas cosechas. Incrédulos al escuchar que por las noches las sueltan (les abren la puerta de su caseta para que salgan a comer) y regresan de madrugada; son muy respetadas. Calculé que habría unas 40
Muy interesante vagar por la ciudad y recorrer los barrios brasileños hasta llegar a la Ruta de los Esclavos (también llamada La Ruta del Silencio o la Ruta del Horror), Patrimonio de la Humanidad desde el año 2000, de unos 4 km. de tramo final, que recorrimos a pie y en coche, y que ha perdurado –señalizado- para su conocimiento, peregrinaje, y "no olvido", jalonado por estatuas de dioses del vudú, iconografías y altares que, explicados, conseguían sobrecoger...
El inicio de la Ruta: la famosa
Plaza Cha-Chá, donde se comerciaba y subastaban los esclavos ente los siglos XV y XIX , y el
Árbol del Olvido donde -siguiendo por la Ruta- además de "marcarles", se les realizaba un ritual: debían rodearlo 3 veces en la creencia de que sus espíritus podrían regresar a Africa cuando sus cuerpos murieran….
Algo que nos impactó fue un monumento levantado sobre un pozo que se encontró, por las obras de una casa particular, y que contenía una enorme
fosa común con huesos, muchos con grilletes y cadenas, por lo que el gobierno mandó paralizar de inmediato las obras y sellarlo: se sabe que muchos esclavos fueron "ajusticiados" allí mismo al negarse a embarcar…hablamos de miles de personas y de 3 siglos de esclavitud...fue algo tremendo y de dimensiones inimaginables, con la cobertura de los reinos locales, que obtenían a cambio armas y dinero para sus guerras internas, en las apresaban enemigos para así venderlos como esclavos...
Momento cumbre, y esperado, en Ouidah: la Puerta de No Retorno, un memorial de 1.992 que consigue impresionar, en forma de arco solemne y simbolizando el antiguo punto de embarque de los esclavos. Muy emotivo, ponía los pelos de punta. Un lugar con una enorme energía y carga emocional. Con cuatro bajorrelieves representando una pelea entre algunos esclavos encadenados y varias otras representaciones como figuras masculinas y femeninas de rodillas. George Bush Jr. lo visitó en 2.008. Daba mucho respeto, en medio de la brisa marina, un gran silencio y una ausencia total de gente, frente a una playa igualmente desierta…. Se respiraba dolor y paz. Un pueblo doblegado que lo sufrió lo infinito. Un vergonzoso capítulo de la Historia y una de las mayores diásporas.
Al lado se construyó otro monumento similar, como "puerta de regreso"...pero era ya cristiano.
En la costa occidental de África el tráfico trasatlántico de esclavos comenzó en el siglo XV, más concretamente en el año 1441 con el tráfico de los primeros esclavos africanos llevado a cabo por los portugueses. A finales del siglo XVI, el Reino Unido empezó a competir por el derecho a abastecer de esclavos a las colonias ultramarinas detentado hasta entonces por Portugal, Francia, Holanda y Dinamarca. Hay una película-documental que compré en DVD llamada "La Puerta de No Retorno", dirigida por un español, sobre un beninés que regresa con su hijo (que es el propio director, Santiago Zannou) a Benin para reencontrarse 40 años después con su hermana y sobrinos y pedir perdón a sus antepasados por no haber regresado antes, los años perdidos.Visitan la tumba de su madre, es bastante triste pero es una gran película, muy emotiva e interesante para entender lo fuertes que son allí los lazos familiares…y todos los rituales que realizan para invocar a sus antepasados. Seguimos hasta Cotonou por la costa, atravesando una pista de unos 20 km junto a interminables cabañas de bambú en la misma arena de la playa, bajo altos cocoteros, desde donde nos saludaban con la mano "yovo-yovo!" cuando nos asomábamos por la ventanilla; hicimos un par de paradas para poder ver de cerca a los pescadores en la playa haciendo un complejo trabajo de recogida de redes, sincronizados y entusiasmados por la pesca del día. Muchos eran de Ghana. Se negaron a que les sacásemos fotos, ni pidiendo permiso. Solo de parte de la pesca. Brutal.Más adelante vimos cómo las chozas de los poblados en la arena se fueron cambiando por una especie de casetas donde familias de Cotonou iban a pasar el día (domingo) en sus 4x4, con barbacoas,…había muchos libaneses…propietarios de restaurantes y grandes negocios de coches de segunda mano en Cotonou. Curioso. Ya en Cotonou, después de comer, pudimos hacer las últimas compras en un famoso mercado artesanal, y terminar dando un paseo por la playa, llena de familias y de gente, viendo la puesta de sol, bañándose. Vimos un enorme avión-bar en la playa, que habían trasladado desde el cercano aeropuerto.
Un espectáculo que nos encantó, nos paraban para hacerse fotos con "sus" móviles, estuvo genial…
Una última cerveza Beninoise antes de ir al aeropuerto sirvió para una sincera charla con Oumar de todo lo vivido y de las cosas que podrían ser mejorables en este viaje.La despedida en el aeropuerto con nuestro chofer, Ferdinand, y con Oumar, fue triste y emocionante, tras la intensidad de todo lo experimentado en 13 dias y 12 noches.
Facturamos dos maletas, cuadro y artesanías como equipaje de mano, y despegamos a las 22h.: noche a bordo y llegada a Bilbao el lunes 8/enero por la tarde. Todo genial, salvo la espera de casi 4h. en Bruselas.
Solo espero que un turismo responsable, muy necesario, no haga mella en este país tan increíble. En mi opinión, veo complicado que Benin se pueda poner de moda algún día, pero no tengo ninguna duda que hay que visitarlo cuanto antes. Es verdaderamente impagable en su estado actual.
El permanente e inusual estado de satisfacción en cada momento del viaje (¿incomodidades?) me llevaba a un estado de sentirme privilegiado por cada una de las vivencias, y ha culminado expectativas inalcanzables en otros viajes, y por ello para mí inimaginables.
Pienso que el diseño de la aproximación fue suficientemente potente, aunque posiblemente no apto para iniciados...
Un viaje de aventura y de emociones que te hace retroceder en el tiempo, a lugares con atmósferas inéditas y super-interesantes, en medio de una asombrosa e inusual riqueza espiritual, de valores, de bondad…. Yendo predispu
esto (hay que ir. Un poco), la magia en Benin te seduce de inmediato y te sientes empequeñecido ante el descubrimiento de una dura realidad y tradiciones y creencias tan antiguas y de tan fuerte raigambre, con algunos momentos surrealistas, en un país hospitalario, alegre, tolerante, seguro y sin duda fascinante.
Es el África ancestral. Un tipo de viaje que enganchará, sin ninguna duda, a los viajeros que van buscando cosas diferentes e impactantes… he vuelto como nuevo.
Esta experiencia ha sido un regalo inmenso e inesperado en mi vida. Los recuerdos son ya imborrables y mi corazón siempre estará con Benin.
Si no lo has hecho antes, puedes ver ahora dos vídeos de este viaje:
Oumar, amigo, mil gracias por tu pasión, dedicación, solvencia y calidez humana, por conseguir siempre una recepción tan hospitalaria en los poblados visitados donde daba gusto ver cómo te respetaban todos. Por ayudarnos a repartir con orden y sentido común tanta ropa y juguetes, en medio del caos del reparto, y en tantos sitios, actividad en la que te has estrenado. Nuestras charlas durante el viaje han sido un lujo y gracias también por tu positiva improvisación y paciencia para contestar todas mis dudas y preguntas. Tu conocimiento y comportamiento ha sido siempre admirable.
Me quedo con tu frase "cuando en Benin fallece un anciano, se incendia una biblioteca". Un crack.